LOS DIEZ ERRORES METAFÍSICOS MÁS COMUNES
LOS DIEZ ERRORES METAFÍSICOS MÁS COMUNES
Cuando comenzamos a transitar el camino espiritual, buscamos
la perfección en nuestras vidas. Tratamos de mejorar nuestro carácter,
costumbres, ideas, alimentación, y hasta la vida social.
A veces, hacemos sacrificios con el fin de alcanzar una vida
más plena y feliz; sin embargo, muchas veces no llegamos al estado de
éxtasis o plenitud que anhelamos.
La decepción puede llevarnos a rechazar la disciplina que
habíamos emprendido, o en el peor de los casos, puede desmoralizarnos a tal
punto de pensar que “Dios se ha olvidado de nosotros”. Cualquiera sea la
reacción, ésta sólo nos está señalando que hemos cometido un error. Y un
error puede ser corregido.
El Universo funciona como una gran computadora: hay que
saber presionar las teclas adecuadas para obtener lo que se desea. Cuando no lo
estamos haciendo, la computadora se detiene, espera fría y silenciosamente la
señal eléctrica correcta. El Universo tiene sus “teclas” y la metafísica
nos enseña.
¿Cuáles son? Algunas escuelas esotéricas han tergiversado
estas enseñanzas, quizá sin ninguna mala intención, con lo que han llevado a
muchas personas a cometer errores y a frustrarse en sus expectativas.
Algunos de los errores más comunes son los siguientes:
1. ENVOLVERSE EN UNA BURBUJA DE PROTECCIÓN, O EN UNA LUZ, O EN
COLOR, O EN ÁNGELES, O EN CUALQUIER OTRA FORMA QUE PROTEJA DE LOS PELIGROS QUE
EXISTEN AFUERA
Lo único que logra este tipo de ejercicio es fomentar la
idea de que algo externo puede tener más poder que nosotros. Nuestra mente
percibe que hay algo allí afuera que puede, por ejemplo, lastimarnos o hacernos
daño. Pero, según las enseñanzas espirituales, TODO ES DIOS; por lo tanto,
nada puede hacernos daño.
En realidad, debería practicarse algún tipo de ejercicio de
reconocimiento de la seguridad personal. Este ejercicio podría decir: “Vaya
donde vaya, estoy siempre a salvo, estoy rodeado de hermanos, vivo en el mundo
que Dios ha creado y sólo veo amor en todas partes”. En síntesis, al elegir qué
ejercicio mental o meditación hacer, se deberá buscar aquel que nos
recuerde la naturaleza divina de la vida y no el peligro que percibe nuestro
ego.
Muchas personas creen que repitiendo ciertas afirmaciones
pueden transformar su situación personal, lo que encierra un error. No son
los pensamientos lo que determinan nuestra realidad sino nuestras “creencias”. Solamente los pensamientos que hemos internalizado y
tomado como nuestra verdad son los que se manifiestan. Dicho de otra manera,
aquello que “sentimos” internamente que es así es lo que toma forma en el mundo
externo.
La mente humana produce un promedio de 60,000 pensamientos
diarios, la mayoría de los cuales son negativos. Las afirmaciones son
necesarias para lograr implantar una creencia nueva en nuestra mente
subconsciente y la repetición de estas afirmaciones es un procedimiento
adecuado, pero hasta que no le agregamos la emoción o sensación que acompaña a
esa idea, no la internalizamos como una verdad dentro de nosotros.
La repetición de palabras carentes de emoción no es efectiva.
Por lo tanto, si yo repito “Vaya donde vaya, estoy siempre a salvo” pero no me
siento realmente seguro, de nada me servirá. Es necesario seleccionar
ejercicios mentales, meditaciones o visualizaciones que fomenten las creencias
de paz, armonía y prosperidad.
2. ENVIAR LUZ A OTROS PARA QUE MEJOREN
Se puede enviar luz o energía a otras personas para que se
curen de cierta enfermedad, para que mejoren su situación económica, su vida
afectiva, y demás.
La mayoría de estos ejercicios se parecen más a una
forma de manipulación que a una verdadera ayuda espiritual. Primero y
principal: si se va a ayudar a otro, hay que asegurarse de que la persona lo
pida y lo necesite. Si esto no se da, tenemos que trabajar con lo que estamos
percibiendo, porque el problema es algo personal que nos atañe a nosotros
mismos y no a la persona que está sufriendo.
La mayoría de los problemas son sólo momentos de prueba que está viviendo un individuo; son necesarios y muy
útiles para el “despertar de su conciencia”. Nunca sabemos en realidad desde
afuera cuán importante puede ser para cada persona la situación que está
atravesando en determinado momento. Podemos percibir esa situación como algo
terrible, doloroso, injusto o innecesario, pero cualquiera sea nuestra
interpretación nunca será correcta ni completa.
El enviar la luz a la persona podría acelerar o entorpecer
su ritmo personal. Nuestra intervención es innecesaria y, la mayoría de las
veces, no es más que un deseo egoísta de que la persona resuelva rápido su
problema porque éste nos despierta angustia o dolor. Personalmente, recuerdo
que una vez se acercó un amigo íntimo a decirme que estaba muy preocupado por
mi situación. Yo le respondí que su preocupación no me ayudaba, que si
realmente quería hacer algo bueno por mí, tenía que confiar en mí y saber que
mi Guía Interior me revelaría en el momento adecuado lo que yo necesitaba
hacer.
En lugar de enviar luz a otros cada vez que veas una
situación difícil, comienza por enviarte luz a ti mismo para que tu Guía
Interior te haga ver la Verdad que está operando en dicha situación.
3. CREER QUE VAMOS HACIA DIOS, QUE EVOLUCIONAMOS
ESPIRITUALMENTE
No vamos hacia Dios, YA ESTAMOS EN DIOS. Todo lo que nos
rodea forma parte del gran cuerpo universal de Dios. No evolucionamos
espiritualmente. Nuestro Espíritu es Perfecto y Completo; no puede ni tiene que
evolucionar.
En realidad, es un problema semántico, ya que la evolución
espiritual no existe. Lo que queremos significar con eso es el despertar
de nuestra Conciencia a esa perfección y cuanto más rápido lo hacemos, más
plenos y felices vivimos.
Tal vez el error provenga de las enseñanzas religiosas que
nos dicen que Dios está “en el cielo”, como si nosotros estuviéramos separados
de El. Nosotros y el “cielo” somos UNO, y debemos aprender a reconocerlo y a
vivenciarlo; en eso consiste nuestra Evolución de Conciencia o Despertar
Espiritual.
4. ANGUSTIARSE O PREOCUPARSE CUANDO HAY UN FAMILIAR ENFERMO
O ATRAVESANDO ALGÚN TIPO DE CRISIS
En nuestra cultura está bien visto que uno se aflija o sufra
a la par de sus seres queridos; sin embargo, eso sólo aumenta el pesar. Si
interpretamos nuestro pesar desde otro nivel, esto significa que creemos más en
el poder de la enfermedad o la crisis que en la solución.
Cuando uno se aflige por la enfermedad de un ser querido,
agrava esa enfermedad, le da más fuerza y poder. La solución es hacer un
esfuerzo personal y reconocer que, más allá de nuestro entendimiento, hay una
Inteligencia Superior que está actuando y que tiene el poder de restaurar
completamente a nuestro ser querido, si así lo desea dicha persona.
Lo mismo ocurre con cualquier tipo de problema o crisis. Si
nos afligimos, es porque nuestro ego ha aceptado que hay una fuerza más potente
que el Poder Divino.
5. CREER QUE UNO HA SIDO “ELEGIDO” POR DIOS
Muchas personas que estudian en escuelas esotéricas se
sienten especiales y evolucionadas. Sienten que Dios los ha conducido al lugar
adecuado para su crecimiento y evolución; que la información que va a recibir es
muy importante y no puede divulgarse a personas que no están tan evolucionadas,
porque no tienen la capacidad para entenderla o para darle un buen uso.
Esta presunción se convierte en una forma de
arrogancia, nada espiritual, que nos hace pensar que somos privilegiados,
especiales, elegidos, y que los demás están descarriados o perdidos en la vida.
Esta forma de arrogancia también se ven en las religiones
que se sienten propietarias de Dios. Si uno no sigue su culto, está perdido. En
el Universo existe un solo Dios y es el mismo para Todos. Los humanos inventan
diferentes maneras de rendirle culto, crean dogmas y doctrinas, pero, en
esencia, todos adoramos al mismo Dios.
Todos somos iguales antes los ojos de Dios. Para El, nadie
está más adelante ni más atrás. Nadie vale más ni menos. Cualquier
interpretación y clasificación como ser especial corresponde al terreno del ego
humano y no al terreno de lo divino.
6. SACRIFICARSE POR OTROS
No hay nada más inútil e insatisfactorio que sacrificarse
por los demás. Las tareas que se hagan por los demás deberán hacerse con
amor o, de lo contrario, evitarse. Todo lo que se hace con amor es placentero;
por lo tanto, no pesa ni molesta. Por el contrario, todo lo que se hace con
sacrificio genera presión interna, rencor, enojo, molestia y, a veces, hasta
odio.
El sacrificio por los demás está aprobado socialmente y
es muy bien visto. Uno puede sacrificarse, por ejemplo, por los hijos, por los
padres, por la pareja, por la profesión, por los niños desamparados, por
alguien enfermo, por la institución religiosa a la que pertenece, por la
empresa que da trabajo. La lista podría ser interminable y no es más que un
muestrario de la acción equivocada de nuestro ego.
El sacrificio va muy de la mano con la manipulación. Por
ejemplo, una madre que ha dejado su vida de lado por los hijos, tarde o
temprano, usará su postura como válida para exigir algo de ellos; el novio o
novia que cambia su rutina y deja de hacer ciertas actividades por el otro
tratará después de exigir lo mismo.
La próxima vez que vayas a sacrificarte por alguien,
pregúntate primero si ese alguien te lo pidió. La actitud de mártir no
lleva hacia Dios como muchos creen, sólo el camino del amor. Haz las cosas con
amor o no las hagas.
7. DEPENDER DE AMULETOS, ESTAMPAS RELIGIOSAS,
CRISTALES, VELAS, IMÁGENES, O CUALQUIER OTRO TIPO DE ELEMENTO
Es cierto que los materiales tienen su propia energía y que
el contacto con ellos (en especial, con ciertos cristales cuarzos) produce
cambios en nuestra vibración personal y que pueden ayudarnos en el proceso
curativo. También es cierto que algunas figuras, imágenes y colores producen
reacciones psicológicas que nos estimulan; a veces para bien, otras para mal.
Las estampas religiosas y otros objetos, tales como cadenas
con cruces, estrellas de David y demás nos recuerdan nuestras posturas
espirituales. El problema es que la mayoría de estos elementos se convierten en
amuletos y les damos más poder del que en realidad tienen.
Hay personas que se sienten indefensas sin su cruz, la
estampita de su santo protector, su cristal preferido o cualquier otro amuleto
de su preferencia. El amuleto pasa a ser Dios. Vivir pendiente de un objeto es
limitar la Presencia Divina a ese objeto. Dios es Omnipresente: está aquí, allá
y en todas partes.
Lo peor sucede cuando una persona extravía su amuleto o éste
se le rompe. La mayoría de las veces esto se interpreta como un presagio de que
algo malo va a suceder. Esta idea es producto de creer que la persona se
encuentra sin su protección y que, en consecuencia, las energías negativas
pueden afectarla.
Vivimos en un Universo Mental. “Todo lo que Creemos se hace
Realidad“. ¿Por qué no creer entonces que el mejor amuleto con el que cuento es
mi Naturaleza Divina? Nadie ni nada puede despojarnos de lo que somos
realmente.
8. CREER QUE UNO PUEDE GUIAR A OTROS O QUE PUEDE SER GUIADO
Sentir que gracias a uno otras personas se iluminan o, al
revés, que la presencia de otros nos devuelve la luz es pura ilusión del
ego. La verdadera Guía es Interna, es tu Intuición, la Voz de tu Espíritu.
Muchas veces esa voz coincidirá con lo que escuchas de afuera y pensarás que
alguien te está guiando. Pero, apenas aceptes a alguien como tu ídolo,
comenzarás a fabricar tu propia decepción. Ocurre lo mismo si alguien te ha
entronizado y te ha tomado como líder; en algún momento los problemas de tu
vida personal lo decepcionarán.
Todos aprendemos y enseñamos al mismo tiempo. Por tal
motivo, es conveniente mantener una actitud receptiva hacia las señales que
recibimos de nuestro entorno y ver qué resonancia producen en nuestro interior.
No eres el salvador ni la guía de nadie. Ninguna vida
depende de tus conocimientos ni de tus esfuerzos. Esto es cierto también
al revés. Nadie te rescatará ni te salvará, excepto tú mismo.
El mejor Guía con que contamos está dentro de Nosotros. Nos
habla con voz suave y paciente, sin obligarnos a nada; nos indica siempre el
camino más corto y más feliz, nos da la idea más adecuada y la respuesta que
racionalmente no podemos encontrar.
Por eso, es conveniente practicar meditación y
ejercicios de relajación para poder escuchar esa voz. Si vives de prisa, tenso,
angustiado y con un ritmo acelerado, seguramente no oirás la “voz de tu
intuición” y buscarás guías externas.
Hay personas que son muy positivas y estimulantes, y podrán
ayudarte en un principio. Evita idolatrarlas y evita también ser
idolatrado. Recuerda siempre que la “Guía más válida y acertada está siempre
dentro de ti”.
9. CREER QUE LOS MAESTROS ESPIRITUALES SON AQUELLOS QUE NOS
PROVEEN DE LA INFORMACIÓN TEÓRICA
Tendemos a caer muy fácilmente en la creencia de que las
personas que nos enseñan son adelantados y que ya han superado muchas pruebas
en su vida. En algunos casos, esto es totalmente cierto; en otros, no. El hecho
de que una persona transmita una determinada información no la coloca en un
grado superior. Debes recordar que cualquier forma de idealización o
selectividad corresponde al terreno del ego.
Los verdaderos maestros espirituales son aquellos que nos
ponen a prueba y vienen “disfrazados” de hijos, padres, jefes, amigos,
enemigos, animales, plantas y demás. Son aquellos que nos traen problemas.
Ellos son los que realmente nos enseñan las lecciones que tenemos que aprender
porque nos ponen a prueba.
Todas las religiones del mundo enseñan que Dios es Amor, que
vivir con Dios significa expresar Amor a los demás. Algunas personas asisten a
templos, iglesias, o escuelas esotéricas, donde reciben esta información, pero
luego van a sus casas y se pelean con sus familiares, critican a sus vecinos,
odian a sus jefes, a los políticos, a los animales, a individuos de otras razas
o culturas. Ellos todavía no han aprendido la lección y la vida los llevará a enfrentarse
una y otra vez con la misma situación o persona… hasta que aprendan a mostrar
amor.
Haciendo una comparación con la enseñanza tradicional, los
líderes espirituales o religiosos son los “libros” que nos dan la
información; las personas que nos traen problemas son los maestros que
“nos toman el examen” para ver si pasamos la prueba o no.
Existe una Ley en el Universo: Todo lo que nos molesta,
complica, enreda, o todo lo que odiamos, se nos “pega”. Esto ocurre hasta que
aprendemos a amar la situación. Entonces, ese problema o esa persona se
convierten en el maestro espiritual de ese momento.
10. CREER QUE UNO NO PUEDE ENOJARSE, TEMER, O SENTIR
CUALQUIER OTRA EMOCIÓN NEGATIVA POR ESTAR EN EL CAMINO ESPIRITUAL
Esta creencia nos lleva a una gran represión de la ira y de
los enojos, que hacen su reaparición más tarde bajo la forma de rencor, crítica
o rechazo. Mientras estamos en el plano terrenal, vivimos la sensaciones y las
emociones de este plano. Algunas de ellas son muy placenteras, otras no.
El tener un conocimiento intelectual acerca de la acción
destructiva de ciertas emociones no las hace desaparecer. Uno puede saber
lo malo que es el enojo y, sin embargo, no puede evitar enojarse.
En realidad, uno sí puede evitar enojarse, o asustarse o
angustiarse, pero eso exige un entrenamiento. Durante dicho entrenamiento, hay
momentos en que podemos dominar la rabia y la ansiedad, y otros en los que nada
puede calmarnos. Una vez que aparece el enojo, lo mejor es descargarlo de la
manera más positiva posible. Es mucho peor reprimirse e
intentar decir: “Todo está bien en mi mundo”, cuando uno internamente está
sintiendo el deseo primitivo de querer atacar a alguien.
La mayoría de las personas que transitan el terreno
espiritual son muy exigentes consigo mismas y pretenden erradicar completamente
de sus vidas este tipo de reacciones. Esto no resulta desacertado pero se logra
a través de un proceso. Sé amable contigo mismo y, de vez en cuando, date
el permiso necesario para maldecir, golpear un almohadón, gritar, llorar y
expresar, como mejor te resulte, todas las emociones negativas que te toca
vivir.
La mayoría de los errores aquí enunciados están generados
por la actitud crítica de nuestro propio ego. El ego no puede
desaparecer por que necesitamos de él para actuar en este plano. La
“solución” es ponerlo alineado con nuestro Espíritu. Amablemente, le podemos
decir al ego que: “A partir de ahora, deberá seguir las indicaciones de un
nuevo Maestro amoroso, amable, paciente y permanente, que nunca juzga y que sabe
que siempre estamos haciendo lo mejor que podemos”. Si seguimos las
indicaciones de nuestro Maestro Interior, nunca podemos fallar.
Autor desconocido.
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