La tortuga y la liebre
La tortuga y la liebre
Hace muchos años, vivía una liebre muy fanfarrona, que siempre estaba recordando a todo el mundo, lo veloz que podía ser. Tan orgullosa era, que día tras día, machacaba a la pobre tortuga y su baja velocidad.
Cansada de sus burlas, la tortuga le dijo un día:
-Si tan segura estás lo que dices, ¿Por qué no echamos una carrera para comprobarlo?
- ¿Una carrera? Te ganaría con los ojos cerrados y a la pata coja. Si te hace ilusión perder, no veo ningún inconveniente.
-Perfecto, correremos hasta la última roca del camino y al terminar, seguro que no te quedan tantas ganas de reír.
Terminada esta conversación y cuando todos los animales de los alrededores se hubieron enterado de tan singular reto, se comenzó a disponer todo para la carrera. Cuando todo estuvo listo, se dio la salida a ambos corredores.
Confiada al 100% en sus posibilidades, la liebre dejó a la tortuga que tomara una gran distancia, mientras ella vagueaba por los alrededores. Cansada de esperar, puso en marcha su carrera, llegando en un tiempo record, a la altura de la tortuga.
Viendo que iba a ser todo muy fácil, se volvió a detener para tomar un poco de aliento y dejar que la tortuga, prosiguiera su lento pero seguro caminar. Recupera totalmente, volvió a arrancar de nuevo, volviendo a pasar a la tortuga rápidamente.
Y así fue pasando toda la carrera, hasta que en la última parada de la confiada liebre, la tortuga se hizo con la suficiente ventaja para ganar la carrera.
Moraleja: Jamás te rías de los demás, ni dejes que el exceso de confianza te lleve a caer en la desidia.
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