El asno que cargaba una imagen


El asno que cargaba una imagen



Todos los años, era elegido un burro para ser el portador de la imagen de un dios hasta su templo. Este año, el honor de transportar a tan insigne invitado, había recaído en Malaquías, un pequeño burro de color blanco.

Tras un inicio complicado, en el que su carga se tambaleaba de forma peligrosa, el burrito consiguió encontrar el paso más adecuado y llegar hasta la ciudad, en la que estaba su templo. Una vez allí, todos y cada uno de los habitantes con los que se iba encontrando, dejaban escapar palabras de admiración a su paso e incluso se paraban a adorar a la imagen que transportaba.
Malaquías, confundido ante tanta atención, pensó que las reacciones de la gente estaban causadas por su bonito aspecto y sin que nadie se lo ordenara, se detuvo para que todo el mundo pudiera admirar su belleza.
El guía del carro, viendo que el burro no tenía pensado reanudar la marcha, le dio un buen latigazo en las espaldas, a la vez que le decía:

-Burro tonto e insensato, vuelve a ponerte en marcha, ya que no es todavía el día de que los hombres vean con admiración  a los borricos

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